Mis pasos en el camino del yoga

El yoga es un camino, para muchos un trayecto de vida. Me ha dado la oportunidad de aprender continuamente sobre mí misma. El yoga me ha mostrado lo fácil que es quedar atrapada por la forma, pensar que ésta es la meta; cuando en realidad es el proceso hacia la forma lo que importa, lo que he hallado de mí a través de tal proceso.

En mi andar en este camino, me he dado cuenta cómo mis límites particulares son, por lo general, una construcción de mis propios patrones, de los muchos estratos de lo que pienso de mí y de cómo la deconstrucción de esos patrones es la práctica real del yoga. Y esto ha sido sin duda el mayor de mis retos. . .

He descubierto también pequeños indicios que me han ayudado a lo largo de mi práctica. Tal vez, el más importante es mantener recordándome ser honesta conmigo misma. Darme cuenta de lo fácil que es ser seducida por la pose, por lograr algún progreso, por la presunción de hacer las asanas correctamente, y cómo cuando esas ideas me atrapan eso resulta en una especie de rigidez que entorpece mi práctica. Pero cuando finalmente logro soltar esas ideas, los movimientos, las asanas comienzan a fluir sin esfuerzo alguno.

Ser sincera conmigo misma me ha permitido también estar con la experiencia, sea cual fuere. Cuando puedo experimentar la experiencia, hay algo que comienza a despertarse dentro de mí, una sensación de aceptación de lo que soy y es cuando mi mente comienza a relajarse, cuando puedo sentir una sensación de apertura que me ofrece algunos atisbos de que cada paso crea una posibilidad, de que cada asana siempre revela algo nuevo.

Para mí el yoga tiene que ver con la flexibilidad de la mente, más que con la del cuerpo, con la creatividad que surge para adaptar cada asana a nuestra anatomía única; es comprender que la fuerza viene de dentro y que cuidar de nosotros mismos está íntimamente ligado a conocernos; y que no hay yoga sin paciencia ni disciplina.

El yoga puede ser una experiencia que empodera, un medio para transformarnos internamente, particularmente si lo vemos como una forma para abrir nuestras mentes y corazones. El reto, por supuesto, como dijera mi querida maestra es la práctica del yoga fuera del salón de clase, en la vida diaria.

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