Ma

Palabras que expresan conceptos

Una de las muchas paradojas de nuestra era moderna pareciera ser que mientras que el tercer milenio anticipaba un mundo con comunicaciones sin límite, conversaciones más abiertas, una exuberancia de conexiones; contrariamente, nos hemos atrincherado en nuestras ideas, con una mente anclada y saturada, sintiéndonos más aislados que nunca. El aislamiento está convirtiéndose en unos de los principales padecimientos de nuestro tiempo.

En una esfera con comunicaciones sin fin, irónicamente nos quejamos de aquél que no escucha, de ése que habla con indiferencia u hostilidad; básicamente nos quejamos de la falta de consideración por el otro. Esto pudiera indicar que nuestra capacidad de dialogar se ha visto disminuida. La mayor parte del tiempo, nuestras conversaciones cotidianas son distraídas y mundanas, arrojamos palabras para llenar un espacio vacío, un silencio incómodo. La conversación pareciera estar disipándose en la oscuridad.

Theodore Zeldin, en su libro Una Historia Íntima de la Humanidad, señala cómo es que es inevitable que muchas de las conversaciones acaben siendo infructuosas y puntualiza que después de siglos de experiencia, los humanos todavía somos torpes, descorteses y poco atentos en nuestras conversaciones, menciona como la gran parte de los occidentales fueron educados para entender el silencio como algo hostil. Zeldin afirma que la conversación está aún en su infancia.

Zeldin indica a Sócrates como el primer conversador conocido, quien introdujo la idea que los individuos no podían ser inteligentes por sí mismos, pero que necesitaban de alguien más que los estimulara. Antes de él, el modelo para todo discurso era el monólogo: el sabio o el dios hablaba y el resto escuchaba. Pero Sócrates, habiendo sido un estudioso de la ciencia, se había quedado con la sensación de que nunca sabría qué creer. Su idea fue que, si dos individuos dudosos se juntaban, podrían lograr lo que no podrían por separado: descubrir la verdad, su propia verdad para ellos mismos. Esto podía lograrse mediante el cuestionamiento de cada uno y el análisis de sus prejuicios, dividiendo cada uno de estos en muchas partes, encontrando las fallas, nunca atacándose o insultándose, sino buscando siempre en lo que podían estar de acuerdo entre ambos, avanzando con pasos pequeños de un argumento al otro, podían gradualmente entender cuál era el propósito de la vida. Demostró cómo funcionaba el dialogo, cuestionando artesanos, políticos y gente de todo tipo sobre su trabajo, sus opiniones, llevando la discusión a lo que esas palabras significaban para ellos.

Sin embargo, la brillante tesis de Sócrates pudiera estar desvaneciéndose; pues, pareciera que hemos perdido la capacidad de examinar nuestros prejuicios, de genuinamente intercambiar nuestros pensamientos, de expresar sin temor nuestras fragilidades y complejidades. Tal vez, hemos reducido nuestro diálogo a un mero intercambio de palabras digitales, escondidos detrás de una pantalla.

La conversación es, sin duda, una fuente de alimento. Pero para que una conversación sea significativa, ésta requiere de una comunicación sana, del talento de hablarnos con respecto, requiere estar consciente del impacto que nuestras palabras puedan tener en el otro. Quizá para recuperar la maestría de la conversación, necesitemos aprender el arte de Ma.

Ma es una palabra en japonés que expresa un concepto que a menudo se describe como entre el espacio, el intervalo y el silencio. Es la pausa libre que permite que los elementos respiren, creando una sensación de armonía y balance.

Ma puede ser la pausa momentánea en cualquier discurso necesaria para transmitir palabras significativas. Es la quietud que necesitamos para sentir y conectar, es el intervalo que da forma y significado a un todo. Ma nos puede dar ese entendimiento intuitivo en una pausa silenciosa, nos puede ayudar a tener una escucha más atenta y una observación más considerada; las cuales pueden ser mucho más preciadas que hablar para simplemente llenar un silencio incómodo.

Ma nos invita a apreciar el poder de la quietud y el silencio, no como una mera ausencia, sino como una parte fundamental de nuestra experiencia; sea en una conversación o en cualquier otro aspecto de nuestras vidas.