La deconstrucción del liderazgo Vol. II

El futuro está aquí, aunque no equitativamente distribuido. . . Estamos presenciando una era en la que parece que necesitamos desaprender la forma en la que veníamos haciendo las cosas, para aprender y crear nuevas que respondan mejor a una nueva realidad. . . una era donde la colaboración, el cuidado y la confianza parecen ser imperativas.

Estamos viviendo un tiempo en el que las organizaciones necesitan generar ganancias de una manera sana y responsable proveyendo lo que la sociedad realmente necesita, nunca a expensas de la gente o del planeta. Este cambio masivo está causando que las prácticas de gestión organizativa se enfoquen más en la parte humana que en los procesos o las habilidades; por lo que el trabajo de los líderes está evolucionando para crear las condiciones que permitan a la gente sentirse más conectada entre sí, contribuir positivamente, tener un sentido de significado y ser felices. El liderazgo no se puede ejercer más desde arriba, del estatus, la jerarquía o el poder; los líderes necesitan crear los espacios para experiencias más significativas de trabajo.

El investigador Rasmus Hougaard describe que estamos pasando por una época de crisis en el liderazgo con una latente necesidad de cambiar los comportamientos y valores de los líderes, e indica tres cualidades esenciales que las organizaciones buscan actualmente en su liderazgo:

La primera es la atención plena, que es la habilidad de estar presente, consciente de sí mismo; la habilidad de traer nuestra atención a lo que nos está ocupando con una actitud sin juicio, de apertura, curiosidad y cuidado. Cuando la atención está enfocada, dirigida, libre de sesgo y afinada penetrando nuestra comprensión y nuestra investigación lógica, nos ayuda a evaluar correctamente la realidad. Los neurocientíficos señalan que cuando logramos y sostenemos estados de atención plena, no sólo esto da como resultado la efectividad, la capacidad adaptiva y un espacio mental; pero cuando se incluyen el cuidado y la consideración, ésta hace que emerjan cualidades fundamentales de los seres humanos. La atención plena se ha vuelto primordial en el liderazgo.

La segunda es una actitud no centrada en el ego, que es no dejar que los impulsos egocéntricos nos gobiernen, sino más bien una actitud abierta que nos permita ver una perspectiva más amplia. Una actitud egocéntrica no sólo corrompe nuestro comportamiento, estrecha nuestra visión, nos hace descorteses, cerrados a cualquier retroalimentación, sino que también nos encierra en una burbuja en la sólo vemos lo que complace a nuestro ego. Los expertos en comportamiento afirman que un liderazgo con una actitud no centrada en el ego favorece el compromiso, un sentido de pertenencia y reconocimiento, así como la creatividad y la innovación.

La tercera es la compasión, que es la intención de ser de beneficio a otros; es esencialmente un estado mental positivo e íntegro. El liderazgo compasivo es tener la claridad y sabiduría de tomar decisiones complejas para el bien común más allá de la organización, es estar naturalmente abierto y disponible para los otros. Se ha observado que las organizaciones con culturas y líderes más compasivos tienen lazos más fuertes entre la gente, mejor colaboración y mayor confianza.

Estas tres cualidades no se generan de ningún programa de desarrollo y entrenamiento de liderazgo, más bien de un desarrollo personal real y profundo; porque el liderazgo es más sobre quiénes somos de forma auténtica, nuestros valores y comportamientos, más que sobre lo que hacemos o lo listos que somos. . .