El tiempo. . .

Para aquellos que el calor del verano los tortura añoran la luna llena del otoño, sin ni siquiera temer a la idea que cien días de su vida habrán pasado entonces por siempre.”

Buda Shakyamuni

. . . implacable, imparable, relativo, carente de cualquier identidad intrínseca. . . pero ciertamente nuestro recurso más preciado, el único que nunca regresa a nosotros. Y aun así, a veces, dejamos que se escape de nuestras manos sin ni siquiera notarlo.

Su aprovechamiento, nada tiene que ver con lo ocupados que nos creemos; más bien es tan relativo como usarlo en aquello que es significativo para nosotros mismos. Desperdiciarlo, tan grave como aplazar lo que es esencial en nuestras vidas, dejando que éste fluya sin estar consciente de ello. . .

No hay manera de protegernos ante su paso continuo, constante. . . pero sí de decidir más conscientemente del uso que hacemos de la porción de éste que nos ha correspondido. Esta elección está -siempre y en todo momento- presente en nuestras vidas.

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